miércoles, 19 de agosto de 2015

L E E R | Ensayo

Gustavo Kendelman



Leer ya no tiene nada, absolutamente nada que ver con la capacidad de imaginar, de enriquecer la imaginación, de poder crear o inventar nuevos mundos. Aún hoy escucho, escuchamos, a muchas personas decir y hablar acerca de los supuestos beneficios del acto de leer. Y leer no tiene en ESTE momento, ABSOLUTAMENTE NADA que ver con esto. El acto de leer es equivalente a apagar el celular. Leer, en estos tiempos de violencias, es la posibilidad de inventar un espaciotiempo personal. La posibilidad de detención, de activa-no-comunicación (vacuolas de incomunicación, decía Deleuze). De posibilidad de ser atravesados y afectados por otras intensidades, por otras espesuras. Leer sería la posibilidad de armar un borde. De ELEGIR activamente qué entra y qué queda afuera. Evolutivamente el NO precede al SI. Necesitamos dejar algo en el espacio no-yo (Winnicott) para que cobre forma un espacio propio-self-si-mismo-yo. Leer es un acto afirmativo desde la rebeldía de la anti-producción eficientista administrativa burocrática. Pero leer desde la afectación. Desde la genuina afectación. El acto de leer ya fue hace mucho tiempo capturado en la lógica del consumo. ¿Leíste a Fulano?, nos pregunta una cadena de librerías en sus vidrieras. No hay casi espacio que no haya sido colonizado capturado sobre-codificado en semióticas de mercado. Queda ese espacio incapturable, veta del deseo que captan muy bien los publicistas de Coca-Cola. Ese momento fugaz en que el calor o el frío o la muerte nos permiten sonreír, para dar paso, casi inmediatamente, al deseo irrefrenable de…

*Psicólogo - Psicodramatista
gkendelman@gmail.com

Texto publicado en la Revista Campo Grupal N°179, 
Agosto 2015

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