Gustavo Kendelman
Leer ya no tiene nada, absolutamente nada que ver con la
capacidad de imaginar, de enriquecer la imaginación, de poder crear o inventar
nuevos mundos. Aún hoy escucho, escuchamos, a muchas personas decir y
hablar acerca de los supuestos beneficios del acto de leer. Y leer no tiene en
ESTE momento, ABSOLUTAMENTE NADA que ver con esto. El acto de leer es equivalente
a apagar el celular. Leer, en estos tiempos de violencias, es la posibilidad de
inventar un espaciotiempo personal. La posibilidad de detención, de
activa-no-comunicación (vacuolas de incomunicación, decía Deleuze). De
posibilidad de ser atravesados y afectados por otras intensidades, por otras
espesuras. Leer sería la posibilidad de armar un borde. De ELEGIR activamente
qué entra y qué queda afuera. Evolutivamente el NO precede al SI. Necesitamos dejar
algo en el espacio no-yo (Winnicott) para que cobre forma un espacio
propio-self-si-mismo-yo. Leer es un acto afirmativo desde la rebeldía de la
anti-producción eficientista administrativa burocrática. Pero leer desde la
afectación. Desde la genuina afectación. El acto de leer ya fue hace mucho
tiempo capturado en la lógica del consumo. ¿Leíste a Fulano?, nos pregunta una
cadena de librerías en sus vidrieras. No hay casi espacio que no haya sido colonizado
capturado sobre-codificado en semióticas de mercado. Queda ese espacio
incapturable, veta del deseo que captan muy bien los publicistas de Coca-Cola.
Ese momento fugaz en que el calor o el frío o la muerte nos permiten sonreír,
para dar paso, casi inmediatamente, al deseo irrefrenable de…
*Psicólogo - Psicodramatista
gkendelman@gmail.com
Texto publicado en la Revista Campo Grupal N°179,
Agosto 2015
Texto publicado en la Revista Campo Grupal N°179,
Agosto 2015
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